PROFESOR INVESTIGADOR: ¿Zapatero a sus zapatos?

Pareciera que de solo mencionar las expresiones MAESTRO INVESTIGADOR, PROFESOR INVESTIGADOR o bien DOCENTE QUE HACE INVESTIGACION, todos pudieramos de inicio, aceptar tal noción, aunque a posteriori buscaramos información, intercambiemos con otros o simplemente reflexionaramos sobre qué encierra ese modo de indentificarnos. Si embargo, no todos aceptan el concepto que ahora nos ocupa: el de PROFESOR INVESTIGADOR, y muestran sus preocupaciones al respecto.  Algunos parafraseando aquello de «zapateros a sus zapatos«, plantean que el deber nuestro, del maestro, es la docencia, el «dar» clases», en la mejor de las interpretaciones ocuparnos de impartir  «clases» que contribuyan a la formación de las nuevas generaciones. Este grupo se preocupa porque el tiempo dedicado a la investigación nos puede sustraer de nuestro compromiso esencial «dar clases». Ante todo, hay que precisar que un buen maestro «no da, ni imparte clases», esas expresiones son obsoletas, ni se corresponden con los tiempos que corren. El buen maestro del siglo XXI desarrolla lecciones con la participación cada vez mayor de los estudiantes del aula, es decir, de la clase (la clase, digámoslo de paso, es el grupo),  apoyándose cada vez más de herramientas tecnológicas a su alcance y el de sus estudiantes. Basta con que simplmente  ambos cuenten con un teléfono inteligente para que la dinámica del desarrollo de una lección se convierta en un proceso bidireccional, de elaboración conjunta. El mito del peligro de convertir al maestro en investigador, restándole esto tiempo a su dedicación a la docencia, sin tener ni los recursos, ni la preparación adecuada, muestra cuán lejos están los que asi piensan de la práctica diaria de cientos de mujeres y hombres apasionados con su trabajo como formadores. Si algo caracteriza a cientos de miles de maestros apasionados con su trabajo como formadores de ciudadanos es que «aman de manera absoluta lo que hacen. Están buscando constantemente formas más eficaces de llegar a sus alumnos, de dominar los contenidos y métodos de su oficio» (S.J. Zehm y J. A. Kottler. On Being a Teacher: The human Dimension) y de ahí,  la necesidad intrinseca que nos mueve a averiguar, a buscar las causas, a proponer alternativas de solución, a compartir logros y las vías y modos en que lo hacemos, y todo esto y mucho más por supuesto, es parte de la noción de MAESTRO INVESTIGADOR, que en sentido figurado calza un zapato que requiere pisar fuerte y con optimismo en el aula, en la escuela, pues la calidad de la educación la decidimos los maestros. Por supuesto que se requiere preparación y también recursos, pero la docencia y la investigación inherente a ella no son cosas una ajena a laotra, todo lo contrario. Entonces si vale aquello de, «zapateros a zu zapatos». La investigación de nuestro diario proceder profesional nos compete en su totalidad, en pos de la formación de la mujer y el hombre del Siglo XXI. Y usted, ¿qué opina?

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